martes, abril 10, 2007

La Pérdida de un Ideal

El ideal ya no satisface. El fundamento sobre el cual la España del siglo XVI realizó la labor más hermosa que cualquier otro pueblo ha podido abrazar en la historia de la humanidad se esfuma día a día. Gobernantes ilustrados y ministros masones han llegado al poder, pero no para construir sino más bien para destruir –sin saberlo obviamente- lo que el piadoso Carlos y su hijo Felipe con tanto esfuerzo pudieron levantar. Estos nuevos gobernantes embobados por la idea del progreso y de la felicidad terrenal, sin buscarlo y con poca prudencia, comenzaron a corroer lentamente aquel lazo de unión con el Nuevo Mundo, y tanto fue ese desgaste que finalmente el lazo se rompió por completo.


En un lento devenir, desde dentro de la España misma pero influida por ideas extranjeras, se comenzó a fraguar lo que finalmente serían las guerras civiles en toda Hispanoamérica y que desembocarían en el establecimiento de una veintena de estados que al principio no reconocieron más lazo común entre sí que el oscuro y nefasto pasado subyugados por la terrible monarquía hispana.


Ya no es la Cruz ni el Evangelio las directrices que marcan la labor de la península en las provincias ultramarinas, ya no es la labor misional una de las fundamentales, ahora el espectro ha cambiado y lo que antes era visto con ansias de fraternidad y poder de conversión, ahora es mirado con fines de lucro y provecho económico. Esa España que trató de vivir un orden teológico perfecto, pero que por las razones mismas de la naturaleza humana no pudo lograr, ahora olvida todo lo que la hizo grande, deja de lado e incluso desprecia a esa Compañía santa que San Ignacio como labor providencial creó en uno de los momentos más difíciles que a la Iglesia le tocó vivir.


Doctrinas muy sabias por ellos proclamadas, entre ellas la del tiranicidio –que protegen en caso de que algún mal gobernante llegue al poder-, los preocupan en demasía. Lo mejor es alejarlos de todos sus dominios y ojalá, exterminarlos, haciendo oídos sordos de toda la labor que realizaron en sus reinos más allá del Atlántico, a esa inmensa masa de personas que pudieron conocer la luz del evangelio gracias a su gestión, esa misma masa que pudo salir de las garras de la ignorancia recibiendo la instrucción adecuada en los colegios que con tanto esmero lucharon por mantener.


Después de haber servido a la causa del Evangelio tras doscientos años, ahora son expulsados sin piedad, sin ver el profundo arraigo que ellos tenían en lo profundo del ser hispanoamericano, y más que ayudarse a sí mismos con esta lamentable decisión, una profunda molestia quedará grabada en el corazón de los criollos.


Forzosamente olvidaron y quisieron dejar atrás ese pasado glorioso de los Reyes Católicos, de su nieto Carlos y su bisnieto Felipe, una seguidilla de grandes gobernantes que dejaron en la historia de la humanidad una obra inmensa, pues no sólo se encargaron de ser la punta de espada en contra del hereje protestante en el viejo continente, sino que también tuvieron en sus manos la incorporación a la cultura occidental de un Nuevo Mundo lleno de enigmas, tierras desconocidas, hombres bárbaros y brutales, que vivían en un estado espiritual deplorable, como esperando el mensaje divino para dar sentido a su existencia y su porvenir.


Ideas extrañas… ideas foráneas comenzaron a ser las que guiaron el destino de la península y debido a estas ideas, que son distintas a su tradición e historia, el resentimiento comenzó a crecer, y esa lealtad a la corona, que antes jamás estuvo en juego, luego de un corto período juntista, se esfumó. Esa nueva forma de gobernar que durante el transcurso del siglo XVIII monarcas Borbones se encargaron de instaurar, queriendo dar hincapié sólo en una felicidad terrenal a quienes también deben preocuparse por la vida celestial.


Blas Piñar lo decía en su discurso esclarecedor, ésta fue una lucha entre el absolutismo centralizador de la monarquía borbónica y el régimen tradicional criollo de los cabildos abiertos y de los Congresos generales. Fue una lucha entre lo foráneo y extraño contra lo tradicional y propio, que provocó a los criollos sentirse excluidos del gobierno de su propio terruño. Una disputa legítima, sí, legítima, ya que hasta antes de su llegada al poder tras la Guerra de Sucesión, conquistadores y sus descendientes, por amor a la tierra propia, gestionaban de la mejor forma lo que consideraban mejor para su presente y su mañana.


Así, luego de la fortuita captura del Deseado Fernando VII en manos de Napoleón, Hispanoamérica encuentra el clima necesario para desvincularse de aquella España que la sentía extraña, aquella España distinta a la que la civilizó, aquella España que ya no era más la Madre Patria, sino una de las tantas hijas que nos dio aquella gloriosa España del siglo XVI y que por ende e inconscientemente desvanecía toda validez de predominio espiritual, aunque algo jurídico quedara en los papeles.


Finalmente, como una paradoja del destino, esas mismas doctrinas e ideas que los monarcas afrancesados del siglo XVIII se esmeraron de enterrar son las que renacen desde el fondo de la tradición hispana para salvaguardar los derechos del rey cautivo, ese misma proveniencia del poder temporal que emana de Dios hacia el pueblo y depositado en la figura del Rey, que durante ese siglo ilustrado fue apagada para imponer la directa proveniencia del poder desde el Creador.


Progresivamente y a causa de una pésima gestión, debemos decir con absoluta certeza: España perdió América por sí misma. La perdió porque no la valoró, por ciega y egoísta, por olvidar cual era su papel y lanzarse a los brazos del seductor estilo francés. La perdió porque ya no fue más la Madre Patria, a causa del abandono del ideal que en un momento de su historia la hizo ser admirable.


España, desde ese instante y hasta los tiempos actuales, aunque sea la hija mayor de la Hispanidad, ya no es más la Madre Patria, sino solamente España.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Magnífico, muchas gracias.

¿Conoces la Asociación Hispánitas,www.hispanitas.org?

Anónimo dijo...

Hola, amigo que interante post. estoy totalmente de acuerdo contigo, si espana perdio las tierras de Latinoamerica fue por su capacidad de gobernar, porque simplemente no la valoro. para mi es algo nuevo que en parte los espanoles perdieran Latinoamerica por su inclinacion hacia los estilos farceses.
Saludos
siempre es interesante leer, pues se aprende algo nuevo.
un abrazote para ti.

Unknown dijo...

Hola, muchas gracias por tu comentario, un abrazo para ti también. Saludos.

Anónimo dijo...

Juan Carlos, ahora leí esto de la Independencia americana y me pareció muy interesante. Es la teoría de Eyzaguirre, que Hispanoamérica se separó de España por la inclinación borbónica al s. XVIII francés, dándole la espalda a la tradición católica traida por los Habsburgos. Pero me quedan mis dudas. La revolución americana, al principio leal al Rey, muy luego devino en francamente independentista, y como tal, aún más cercana a las ideas francesas, esta vez no absolutistas, sino ya francamente revolucionarias. Los personajes principales jamás estuvieron del lado de Fernando VII, ni de España, ni de la monarquía. Menos de Carlos V o Felipe II. Muchos de entre ellos, probablemente, ni siquiera de la religión católica. Pienso en O'Higgins, en Carrera, en Bolívar, en Miranda, en San Martín, en Alvear... Ellos, como Lenin en 1917, sabían muy bien adonde querían llegar, aún en 1810.
Lo interesante es dilucidar, porque no lo tengo claro, aunque asumo que es el proceso normal de toda revolución, cómo este movimiento juntista en defensa de los derechos del Rey (Toro y Zambrano y Primera Junta)deviene en una ruptura total. Si el ánimo hubiera sido recuperar la tradición de la monarquía católica anterior, lo hubieran intentado siquiera. Hasta donde tengo entendido, esto no pasó, sino más bien al contrario, se siguió las aguas de la Revolución francesa y de Napoleón.
En fin, Juan Carlos, te dejo mi mail, por si te interesa seguir un debate o intercambio de ideas un poco más profundo. Un poco, no demasiado.
La alusión a Blas Piñar me parece muy interesante. ¿Conoces a Cristián Garay Vera? Es un historiador chileno que investigó profundamente las ideas nacionales en torno a la guerra civil española de 1936. Hay bastante convergencia con tu posición.
dbrito.taumm@vtr.net
Saludos, Diego.

Anónimo dijo...

Juan Carlos,

Me llamo John Moran -- excellentes articulos tienes sobre España y la Hispanidad. Fracamente no creia que existiera personas Hispanoamericanos con tu forma de pensar despues de casi docientos años de ideas nacidos de la Revolucion Francesa que, fiel a Leyenda Negra, menosprecia todo lo Español y todo lo Catolico. El indigenismo es muestra de eso en el Siglo XXI.

Su estilo es como doy mi clase. Asombro a muchos pero el raiz anti-Espana es fuerte. Me gustaria estar en contacto con Ud y dejo mi e-mail:

jcmoran@unitec.edu

Atentamente,

John C. Moran
Lic. Ciencias Politicas
MA Historia (Relaciones Inter. entre los EE.UU y España y Hispanoamerica)
Profesor, Historia de Honduras
Univ. Tecno. de Centroamerica (UNITEC) -- Laureate International Universities