viernes, julio 20, 2007

Ramiro de Maeztu, Defensa de la Hispanidad

Me he alejado un poco del blog, pero mientras me pongo al día voy a subir algunos textos que probablemente sean de su interés.

El libro que ahora les presento es una de las obras más influyentes del pensamiento historiográfico hispanoamericano. Maeztu en estas paginas, publicadas en la revista Acción Española entre el número 1 (diciembre de 1931) y el 45 (enero de 1934), se encarga de darle la importancia que merecen a todos aquellos valores que guiaron tanto a monarcas como súbditos en la España de los siglos XVI y XVII, entre los que se pueden mencionar la gran valoración que tenían la fe y las obras, la íntima relación que se dio entre el poder temporal y espiritual, que los lanzó a realizar una obra jamás lograda en la historia de la humanidad. La España del siglo XVI encarna los más altos ideales que un hombre pudo representar y a través del rescate de esos mismos ideales propone que sólo volviendo a ellos y empaparse nuevamente de los mismos, podrán hacer de La Hispanidad (no sólo España, sino todo pueblo que recibió su influencia) tan grande como antaño, volver sus ojos a la patria y no a realidades extranjeras que les son ajenas por naturaleza.

Los textos que ahora he recopilado los extraí de www.filosofia.org y los agrupé como un todo, sin embargo la obra no está completa, puesto que al publicarla como libro, don Ramiro aumentó algunos capítulos para enriquecerla. Ese texto espero pronto poder terminar de arreglarlo para que esté a disposición de todos nosotros.

El presente texto es una transcripción hecha por los autores del sitio web donde los bajé de la misma revista Acción Española, y entre corchetes [] se encuentra el número de cada página para que así podamos citarla sin ningún inconveniente. Cada artículo viene con la referencia correspondiente de la fecha en que fue publicado.

Espero que sea un real aporte para la formación de la visión historiográfica de muchos y que su lectura sea muy enriquededora. Puedes descargarlo aquí.

lunes, abril 23, 2007

Webs Recomendadas

Aunque no es mi hábito escribir y recomendar webs y otros blogs, ya que sólamente utilizo este blog como forma de expresión a las ideas que estoy madurando en mi etapa de formación como historiador, en esta ocasión haré una excepción para presentarles Opus Dei al Día, una página web que trata principalmente sobre la realidad del Opus Dei, informando e ilustrando el testimonio de personas que son parte de él y también otras cercanas. Es una web bastante enriquecedora si lo que buscamos es conocer al Opus Dei a través de sus miembros.

Otra página excelente es Dudas y Textos, en la cual se encuentran más de 200 textos para descargar gratuitamente, donde podemos encontrar diversas obras de dogma y espiritualidad católica. Un aspecto excelente de esta web es que contiene los textos completos, lo que no es muy común en la red cuando son textos católicos los que buscamos.

Espero que sus lecturas les sean muy edificantes y puedan contribuir a su difusión.

martes, abril 10, 2007

La Pérdida de un Ideal

El ideal ya no satisface. El fundamento sobre el cual la España del siglo XVI realizó la labor más hermosa que cualquier otro pueblo ha podido abrazar en la historia de la humanidad se esfuma día a día. Gobernantes ilustrados y ministros masones han llegado al poder, pero no para construir sino más bien para destruir –sin saberlo obviamente- lo que el piadoso Carlos y su hijo Felipe con tanto esfuerzo pudieron levantar. Estos nuevos gobernantes embobados por la idea del progreso y de la felicidad terrenal, sin buscarlo y con poca prudencia, comenzaron a corroer lentamente aquel lazo de unión con el Nuevo Mundo, y tanto fue ese desgaste que finalmente el lazo se rompió por completo.


En un lento devenir, desde dentro de la España misma pero influida por ideas extranjeras, se comenzó a fraguar lo que finalmente serían las guerras civiles en toda Hispanoamérica y que desembocarían en el establecimiento de una veintena de estados que al principio no reconocieron más lazo común entre sí que el oscuro y nefasto pasado subyugados por la terrible monarquía hispana.


Ya no es la Cruz ni el Evangelio las directrices que marcan la labor de la península en las provincias ultramarinas, ya no es la labor misional una de las fundamentales, ahora el espectro ha cambiado y lo que antes era visto con ansias de fraternidad y poder de conversión, ahora es mirado con fines de lucro y provecho económico. Esa España que trató de vivir un orden teológico perfecto, pero que por las razones mismas de la naturaleza humana no pudo lograr, ahora olvida todo lo que la hizo grande, deja de lado e incluso desprecia a esa Compañía santa que San Ignacio como labor providencial creó en uno de los momentos más difíciles que a la Iglesia le tocó vivir.


Doctrinas muy sabias por ellos proclamadas, entre ellas la del tiranicidio –que protegen en caso de que algún mal gobernante llegue al poder-, los preocupan en demasía. Lo mejor es alejarlos de todos sus dominios y ojalá, exterminarlos, haciendo oídos sordos de toda la labor que realizaron en sus reinos más allá del Atlántico, a esa inmensa masa de personas que pudieron conocer la luz del evangelio gracias a su gestión, esa misma masa que pudo salir de las garras de la ignorancia recibiendo la instrucción adecuada en los colegios que con tanto esmero lucharon por mantener.


Después de haber servido a la causa del Evangelio tras doscientos años, ahora son expulsados sin piedad, sin ver el profundo arraigo que ellos tenían en lo profundo del ser hispanoamericano, y más que ayudarse a sí mismos con esta lamentable decisión, una profunda molestia quedará grabada en el corazón de los criollos.


Forzosamente olvidaron y quisieron dejar atrás ese pasado glorioso de los Reyes Católicos, de su nieto Carlos y su bisnieto Felipe, una seguidilla de grandes gobernantes que dejaron en la historia de la humanidad una obra inmensa, pues no sólo se encargaron de ser la punta de espada en contra del hereje protestante en el viejo continente, sino que también tuvieron en sus manos la incorporación a la cultura occidental de un Nuevo Mundo lleno de enigmas, tierras desconocidas, hombres bárbaros y brutales, que vivían en un estado espiritual deplorable, como esperando el mensaje divino para dar sentido a su existencia y su porvenir.


Ideas extrañas… ideas foráneas comenzaron a ser las que guiaron el destino de la península y debido a estas ideas, que son distintas a su tradición e historia, el resentimiento comenzó a crecer, y esa lealtad a la corona, que antes jamás estuvo en juego, luego de un corto período juntista, se esfumó. Esa nueva forma de gobernar que durante el transcurso del siglo XVIII monarcas Borbones se encargaron de instaurar, queriendo dar hincapié sólo en una felicidad terrenal a quienes también deben preocuparse por la vida celestial.


Blas Piñar lo decía en su discurso esclarecedor, ésta fue una lucha entre el absolutismo centralizador de la monarquía borbónica y el régimen tradicional criollo de los cabildos abiertos y de los Congresos generales. Fue una lucha entre lo foráneo y extraño contra lo tradicional y propio, que provocó a los criollos sentirse excluidos del gobierno de su propio terruño. Una disputa legítima, sí, legítima, ya que hasta antes de su llegada al poder tras la Guerra de Sucesión, conquistadores y sus descendientes, por amor a la tierra propia, gestionaban de la mejor forma lo que consideraban mejor para su presente y su mañana.


Así, luego de la fortuita captura del Deseado Fernando VII en manos de Napoleón, Hispanoamérica encuentra el clima necesario para desvincularse de aquella España que la sentía extraña, aquella España distinta a la que la civilizó, aquella España que ya no era más la Madre Patria, sino una de las tantas hijas que nos dio aquella gloriosa España del siglo XVI y que por ende e inconscientemente desvanecía toda validez de predominio espiritual, aunque algo jurídico quedara en los papeles.


Finalmente, como una paradoja del destino, esas mismas doctrinas e ideas que los monarcas afrancesados del siglo XVIII se esmeraron de enterrar son las que renacen desde el fondo de la tradición hispana para salvaguardar los derechos del rey cautivo, ese misma proveniencia del poder temporal que emana de Dios hacia el pueblo y depositado en la figura del Rey, que durante ese siglo ilustrado fue apagada para imponer la directa proveniencia del poder desde el Creador.


Progresivamente y a causa de una pésima gestión, debemos decir con absoluta certeza: España perdió América por sí misma. La perdió porque no la valoró, por ciega y egoísta, por olvidar cual era su papel y lanzarse a los brazos del seductor estilo francés. La perdió porque ya no fue más la Madre Patria, a causa del abandono del ideal que en un momento de su historia la hizo ser admirable.


España, desde ese instante y hasta los tiempos actuales, aunque sea la hija mayor de la Hispanidad, ya no es más la Madre Patria, sino solamente España.

sábado, marzo 24, 2007

España y su legado: La Hispanidad


La Hispanidad está desmembrada. Ya no existe como antaño esa unidad de la que podíamos enorgullecernos cuando leíamos libros de historia y nos encontrábamos con el vasto conjunto de tierras gobernados desde el trono madrileño. Ya no existe ese sentimiento de amor y lealtad hacia la figura de un rey que todos admiraban por su calidad como gobernante y como buen cristiano.


Cuando el Imperio Español del Siglo de Oro se alzaba como el más grande visto en la historia de la humanidad, los hombres de su época jamás pensaron que llegaría un momento en que mirarían con nostalgia aquel pasado glorioso, que comenzó con el arribo de esos tres navíos de esperanza a un mundo totalmente nuevo y atrayente, primero para sus tripulantes, y después para todo hombre que fijase en su horizonte los ideales de la propagación del evangelio y dejar fama de sí para la posteridad.


Ahora se mira con desdén a todos esos hombres, que tras largos viajes incómodos y llenos de penurias, se aventuraban en tierras desconocidas para civilizarlas y gracias a los cuales esta porción del mundo salió de las garras de una barbarie que más que avanzar, coartaba toda posibilidad de desarrollo humano posterior. Se mira con desprecio y se saca a relucir sólo aquellos rasgos negativos, que hombres de hoy y de toda época han poseído, pero que sin embargo, se atribuyen y sobredimensionan sólo a ese hidalgo que dejó todo un mundo atrás, con el gran ideal de llevar la cruz del cristianismo a todo rincón del mundo.


Ya ni siquiera se mira con respeto a la Madre Patria, esa España que con su labor providencial realizó la obra más loable que ninguna otra nación puede ostentar. Esa España cuyos monarcas fueron y serán los más grandes gobernantes de los que una nación ha podido gozar. Sólo damos como ejemplo al Emperador Carlos V, que al final de sus años se retiró al silencio y paz del monasterio de Yuste, luego de haber lidiado en una lucha sin cuartel por cimentar firmemente sus dominios e intentar mantener la unidad europea bajo el cristianismo en contra de los pseudo-reformistas. Tampoco se resalta que fue desde España y su clero, donde nació el Derecho Internacional, con el Padre Vitoria, ni tampoco se recuerda que fue un sacerdote español, el Padre Laínez, quien supo con astucia argumentar en Trento el valor de las obras, que los rupturistas seducidos por la herejía quisieron enterrar.


Eso sí, al hablar de España no nos referimos a la España actual, puesto que esta es una más de las tantas hijas de la hispanidad. Cuando hablamos de Madre Patria nos referimos a esa España del Siglo de Oro, la España de los conquistadores, de los misioneros, de aquella España que nos dio un San Ignacio de Loyola y su Compañía de Jesús.


Así, nos encontramos con un conjunto de naciones que tienen una herencia común, pero que producto de egoísmos y nacionalismos ciegos, están separadas y a veces inmersas en guerras fratricidas y rechazan todo pasado común por considerarlo oscuro y negativo. Pero eso no es cierto, fuimos criados bajo los ideales más elevados que cualquier hombre en la historia ha podido abrazar y sobre esos mismos valores debemos mirar al futuro, reencontrarnos con ellos y como los hidalgos de antaño, luchar por Dios y por la Patria, luchar por los valores de la Hispanidad.

viernes, febrero 09, 2007

El caso Galileo, una falsificación del anticlericalismo

En la actualidad está muy difundida la idea de que Galileo Galilei fue una víctima más del “terrible” Santo Oficio de la Iglesia Católica. Sin embargo, muchas personas que se tragan todas las mentiras que salen en una televisión poco crítica, parcial y anticlerical, se sorprenderían al enterarse de algunos detalles del proceso que protagonizó una de las tantas víctimas del “ignorante y fanático clero”.

Durante las discusiones en su proceso, Galileo Galilei presentó un solo argumento a favor de que la Tierra giraba en torno al sol, que más encima era erróneo. Según él, las mareas eran provocadas por las sacudidas de las aguas a causa del movimiento de la Tierra, en contra de la teoría (que nuestro amigo Galileo consideraba como estúpida) que proponían los cardenales (hombres de ciencia, no unos ignorantes y fanáticos como la tradición racionalista y anticlericalista propone) que formaban parte del cuerpo de jueces que evaluarían sus postulados. Según sus jueces-colegas, las mareas eran provocadas por la atracción que ejerce la Luna sobre el mar, que la ciencia actual nos enseña como correcta.


En la época del juicio a Galileo (1633), habían dos teorías que dividían al mundo de las ciencias: el sistema ptolemaico (el Sol y los planetas giran en torno a la Tierra) y el sistema copernicano (la tierra y los planetas giran en torno al Sol). Lamentablemente, adherirse a una u otra teoría, no daba seguridad de estar en lo correcto puesto que la comprobación de una de las dos era imposible por los avances de la época. Es más, la primera prueba experimental que aseguraba en un 100% que la tierra giraba en torno al sol, no fue posible sino hasta 1748.


Volviendo al tema del juicio, Galileo jamás pasó un solo día en la cárcel ni tampoco fue sometido a ningún padecimiento físico. Durante todo el proceso se alojó en una vivienda con vista a los jardines del Vaticano, todo pagado por la Santa Sede, incluso con un servidor personal. Luego de la sentencia (7 en contra y 3 a favor), se alojó en la Villa Medici en el Pincio, luego se trasladó al palacio del arzobispo de Siena, un importante miembro del clero que lo había ayudado mucho e incluso al que Galileo le había dedicado una que otra de sus obras. Finalmente se instaló un su villa de Arcetri, en elegante barrio llamado Il Gioiello, que significa “La Joya”.


A Galileo no se le prohibió proseguir con sus investigaciones, incluso luego publicó un libro llamado Discursos y demostraciones matemáticas sobre dos nuevas ciencias, su obra maestra. Siguió recibiendo visitas y muy pronto se le levantó la prohibición de salir de su villa, para seguir solamente con la “obligación” de rezar una vez por semana los siete salmos penitenciales, pena que duró tres años y que la “víctima del Santo Oficio” siguió cumpliendo libremente, ya que era muy creyente. Incluso llegó a ser el benjamín (predilecto) de los Papas durante buena parte de su vida.


Finalmente, Galileo Galilei muere de viejo a los 78 años, el 8 de enero de 1642, con indulgencia plenaria y la bendición del Papa.


Es impresionante como la mala información y la ignorancia produce prejuicios tan firmes en torno a un tema, que con una pequeña lectura de fuentes adecuadas solucionarían muchas de las discusiones que existen frente a estas interrogantes, pero muchos tienen pereza de fundamentar sus opiniones y toman a esas mentiras como verdades.


Vittorio Messori, Leyendas Negras de la Iglesia, Editorial Planeta, 2004, pp. 77-79.