jueves, diciembre 28, 2006

Gonzalo Vial, el fracaso del régimen democrático y la Imparcialidad


INTRODUCCIÓN

Una de las preguntas que todo historiador se plantea, es sobre el logro de la imparcialidad. Muchos escriben obras en torno a ella e incluso ésta era una de las premisas principales de la corriente positivista de fines del siglo XIX. Sin embargo, todos sabemos actualmente que es prácticamente imposible alcanzarla, sólo nos podemos acercar a ella, debido a que nuestra condición de seres humanos restringe nuestro pensar haciéndonos nacer y criarnos dentro de un mundo que nos marca desde el mismo día de nuestro nacimiento:


- La familia en la que nos criamos y el colegio donde estudiamos nos entregan los valores[1] que más tarde expresaremos con nuestro actuar.
- los libros que leemos nos van dando el conocimiento sobre un mundo que apenas conocemos y nos hacen tomar posturas de opinión en torno a las ideas que enseñan, y también
- las personas de las que nos rodeamos también hacen lo suyo transmitiendo su mundo hacia nosotros, así como nosotros hacemos lo mismo con ellos.

La lista de influencias que recibimos durante nuestro andar por la vida en este mundo es infinita y no es mi labor definirla ni enumerarla aquí, sino que sólo es dar algunos ejemplos de ellas. Es así como vamos tomando posturas, opiniones en torno a cualquier hecho que sucede a nuestro alrededor, pero… ¿Somos imparciales cuando emitimos un juicio o una opinión? Lo cierto es que muchos. Cuando se trata de exponer nuestras ideas y convicciones nos sucede que nos cegamos en nuestro mundo y decimos, muchas veces, cosas vistas sólo desde nuestro prisma, graso error.

La razón de estas pequeñas líneas es destacar a un hombre que claramente se acerca a esa imparcialidad tan preciada, imparcialidad que queda demostrada en sus escritos que usaremos a continuación. El otro motivo es dar a conocer su perspectiva en torno al fracaso del régimen democrático en Chile.

Creo yo, sin embargo que antes de describir algo sobre alguien, lo mejor es conocer al objeto de nuestro estudio, dando una breve reseña de su vida.

Don Gonzalo nace el año 1930, en el seno de una familia muy católica y acomodada, siendo el cuarto de los seis hijos de don Wenceslao y doña Ana. Junto a su familia vivió en la casa de su abuelo materno, don Juan de Dios Correa, en una espaciosa casa de Providencia. Su abuelo era dueño de una enorme biblioteca, que contaba entre 12 mil a 15 mil libros[2]. Al parecer fue su abuelo quien lo sumergió en el mundo de los libros, y por ende, de la historia.

Su padre, su madre y su abuelo tuvieron un profundo significado en su vida, basta sólo con leer la dedicatoria del primer todo de su Historia de Chile: “A la memoria de mi abuelo… cuya justicia era inexorable. A la memoria de mi padre… que no creía en mitos y se reía de los ídolos. A la memoria de mi madre, quien me enseño que se puede sufrir y amar silenciosamente”[3].

Realizó sus estudios primarios y secundarios en el Colegio de los Sagrados Corazones (1936-1947), donde por encima de la formación académica que recibió, don Gonzalo destaca la formación religiosa y moral.

Destacó como alumno y figuró varios años en el primer lugar de su curso. Formó parte de la Liga de los Tarcisios[4], junto a un grupo de compañeros demostrando su piedad y religiosidad.

Comenzó su labor como escritor en la Academia Literaria, dirigida por el padre Samian Symon, llegando a ser su segundo Vicepresidente en el año 1947.

A los dieciocho años ingresa a la Universidad Católica, luego de rendir el bachillerato y obtener su máximo puntaje: 35. Dudó sobre si estudiaba Historia o Derecho, decidiéndose finalmente por la segunda, a pesar de la insistencia a inclinarse por historia de quien sería su maestro: Jaime Eyzaguirre.

A pesar de elegir Derecho, la intensidad de las lecturas se mantuvieron e incluso aumentaron, ya que don Jaime lo eligió como ayudante suyo en la Cátedra de Historia del Derecho. Y tan bueno fue su desempeño que cuando Eyzaguirre deja la Universidad Católica, la Cátedra se la ofrecen a Vial, a pesar de que él aun no se encontrase titulado. Termina sus estudios superiores con la máxima distinción y galardonado con el Premio Tocornal, entregado al mejor egresado.

Se casa con doña María Luisa Vial Cox, matrimonio fecundo que recibe la alegría de siete hijos y cuarenta y tres nietos.

Fue secretario privado de Jorge Prat, Ministro de Hacienda de Ibáñez en su segundo periodo presidencial. Más tarde será cofundador de las revistas Qué Pasa y Portada, la primera creada como instrumento acérrimo contra el gobierno funesto de la Unidad Popular, sin embargo, señala Álvaro Góngora, a pesar de ser un instrumento tenaz, siempre fue leal, porque “lo enfrentó de manera respetuosa y seria, a lo más con ironía”[5].

La educación fue su segunda vocación y quedaría demostrada su inclinación en las diversas actividades que desarrolló y desarrolla en torno a ella: Ministro de Educación en 1978 y Presidente de la Fundación Educacional Barnechea, por mencionar algunas.

A los treinta y cinco años se incorpora a la Academia Chilena de la Historia, siendo uno de los miembros más jóvenes hasta entonces. Hasta aproximadamente 1970 sigue publicando diversos artículos en varias revistas.

En cuanto a la historia, es por estos años cuando empieza a masticar la posibilidad de escribir la que hoy es su obra emblemática, su Historia de Chile, que trata sobre los últimos acontecimientos acaecidos en nuestro país, puesto que la casi totalidad de la historiografía hasta esos años, terminaban con la guerra civil de 1891, a excepción de La Fronda Aristocrática, de Alberto Edwards.

Con el correr del tiempo y producto de los hechos que habían ocurrido en el país, esta posibilidad se transformó en una necesidad para él (
Vial considera que los hechos acaecidos el 11 de septiembre de 1973 no tenían la justificación en la pésima gestión que la Unidad Popular realizó en el gobierno del país entre 1970 y 1973, sino que los motivos del fracaso del régimen democrático venían gestándose varios años antes del desenlace de dicho proceso. Esto se detallará más adelante), y a pesar de los consejos que había recibido de su maestro para comenzar su trabajo (Eyzaguirre le decía que esperara a que salieran monografías sobre el período; lo más probable es que este consejo se deba a que eso haría más fácil su labor, ya que con trabajos profundos sobre temas puntuales le servirían bastante), decidió empezar, publicando su primer volumen en 1981. Hasta ahora ha sacado a la luz cinco, el último editado el 2001.

A pesar de que no es el objeto de este trabajo analizar esa obra, sino principalmente su perspectiva en torno al golpe militar y sus antecedentes, mencionaré algunos aspectos que resaltan.

Importante de mencionar en esta obra, es que se dedica, como antes mencionamos, a trabajar un periodo muy poco estudiado por la mayoría de los historiadores de su época, que quizá con un exceso de prudencia por no lograr abstraerse de la imparcialidad, no se habían atrevido. Sin embargo, don Gonzalo goza de ese don, ese don que logra plasmar en sus obras y que caracterizan su labor. Estas consideraciones serán tratadas más adelante en el momento que corresponda.

Otro punto a destacar es que don Gonzalo trata en su primer volumen (y que es una diferencia sustancial en torno a otras obras) sobre la historia social del Chile del cambio de siglo, dando un panorama bastante detallado de las formas de vida en esa época. Lo escrito sobre Chile por otros historiadores es fundamentalmente sobre historia política, reflejando la corriente metódica que predomina entre los historiadores de fines del siglo XIX. Se podría decir que don Gonzalo es un “hijo” de la Escuela de los Annales, en lo tocante a la temática de este tomo y las fuentes que utiliza (por ejemplo la novela de Benjamín Subercaseaux, Niño de Lluvia).


Don Gonzalo describe, sin escrúpulos, en su noveno capítulo bajo el título de “La cuestión social”, la vida de las clases más desprotegidas y los motivos que llevaron a grandes masas de provincianos a trasladarse a probar fortuna en los principales centros económicos del país, como los del salitre, carbón y el más atrayente de todos: Santiago.

Al tratar eso, no deja de lado a las clases acomodadas dedicándoles también su espacio. Algo que resalta y que varias críticas destacan, es el término que utiliza para referirse a la emergente clase media chilena, denominándola como “mediocracia”, un término claramente despectivo.

El resto de los volúmenes vuelven a la temática de la vida política.

***

Durante el Gobierno Militar, se desempeño como Ministro de Educación en el año 1978, saliendo tras un breve periodo (no más de ocho meses) debido al antagonismo que tenía con grupos nacionalistas laicos cercanos al General Pinochet[6].

Luego fue profesor de la Universidad Metropolitana de las Ciencias de la Educación desde 1984 hasta 1990, donde llegó a ser Decano. El año 1991 ingresa a la Universidad Finis Terræ, donde actualmente se desempeña como decano de la Facultad de Educación.

***


Como anteriormente señalamos, en este trabajo trataré de dar la visión que don Gonzalo tiene sobre el fracaso del régimen democrático en Chile y resaltar una de sus características como historiador.

Para tratar sobre los antecedentes y las verdaderas causas que según don Gonzalo, provocaron el fracaso del régimen democrático chileno, me remitiré a su Manual de Historia de Chile, donde realiza una excelente síntesis de su pensamiento. Allí relata cada una de las causas que se fueron produciendo en el ámbito político del país durante la segunda mitad del siglo XX. Además me serviré de sus artículos publicados en el diario la segunda, donde es columnista desde hace varios años ya.


UNA BREVE DESCRIPCIÓN DE SUS CARACTERÍSTICAS COMO HISTORIADOR

En su Historia de Chile (1891-1973) se puede apreciar uno de los rasgos que lo caracterizan: su buena pluma al escribir. Ésta lo eleva por sobre muchos otros hombres que al exponer sus ideas, no logran hacer que sus obras sean totalmente inteligibles por el público en general. Don Gonzalo lo logra, ya que basta con leer algunas líneas para darse cuenta de lo que quiere decir y a donde quiere llegar. Se notan lo fructuoso de esas jornadas de lecturas a las que era sometido junto a sus hermanos en esos veranos en Viña del Mar[7], así como también su participación en la Academia Literaria.

El rasgo que más destaco en cualquier obra de don Gonzalo es su bien lograda imparcialidad. Él, a pesar de ser un hombre de derecha no tiene tapujos ni frenos cuando se dispone a decir la verdad, sin importarle con eso ganarse el rechazo de sus correligionarios.

Para demostrar eso basta sólo con mencionar que en pleno régimen militar, en el año 1985 escribe una columna en la revista Qué pasa, exhortando a terminar “con la impunidad en los crímenes contra los opositores y dijo que la responsabilidad política de los crímenes le cabía al gobierno”[8], llegando incluso a afirmar que la responsabilidad histórica era del Presidente de la República, o sea, del General Pinochet. Su posterior participación en la
Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, mejor conocida como Comisión Rettig, le generó una serie de críticas por parte de gente de derecha, lo que sin embargo no lo influyó en nada para más tarde formar parte de la Mesa de Diálogo por los Derechos Humanos.

Si algunos pudieran pensar que su mirada crítica en torno a la figura del General Pinochet es debido a su salida de la cartera de educación y por ende de una venganza, podemos tomar su opinión sobre Allende, claramente un personaje realmente antagonista de nuestro autor: “Allende era un hombre muy sencillo de trato, no se daba importancia y sabía escuchar… podía conversar larga y profundamente sobre temas generales y delicados con adversarios muy decididos…era delicado en el trato, especialmente con las personas más débiles que lo rodeaban… era un individuo simpático, de talante expansivo y animado…”[9]. Sólo con mencionar esto podemos darnos cuenta de la veracidad que posee el autor, que quitándose los colores políticos logra dar una mirada real y cierta al lector, sobre la obra que tiene en sus manos.

En cuanto a las críticas a su obra, éstas son variadas y señalan principalmente el problema de las fuentes con las que cuenta nuestro autor. Ángel Soto, hace una reseña bastante dura en torno a la Biografía de Pinochet escrita por Vial, resaltando la falta de referencias con que cuenta la obra. Citaré para esto una frase de dicho libro: “
un padre y marido amante [refiriéndose a Pinochet], que vela por la salud y bienestar de doña Lucía y los niños”[10], a lo que Soto expone su molestia ya que don Gonzalo no cita la fuente de la que extrajo esta aseveración[11]. Don Gonzalo es testigo vivo de todos estos hechos, por lo que no extrañaría que como funcionario del régimen durante un tiempo, hubiese podido constatar el mismo lo señalado más arriba.

Con lo anterior, se desprende la capacidad que tiene don Gonzalo de interpretar hechos que el vivió, que le dan un “valor agregado” como historiador, ya que, como mencioné más arriba, él mismo es la fuente para distintos episodios sobre los que tratan sus trabajos. Así el conoce a Pinochet, y vivió el golpe militar, además de conocer gente cercana a Allende, por ejemplo.


LOS ANTECEDENTES

Para don Gonzalo son cuatro los principales antecedentes de la decadencia que sufrió nuestro sistema democrático: los cambios en la masa electoral, los defectos del régimen de partidos, el malestar económico-social, el impacto del “guevarismo” y el impacto de las “planificaciones globales”.


Según nuestro autor, el aumento de la masa electoral y la progresiva libertad al momento de sufragar la fueron transformando inmanejable, lo que trajo que las tendencias a la hora de ir a las urnas oscilaran con “gran rapidez y violencia”, dando sorpresas en los resultados de los comicios. Basta con mencionar la instauración de un “régimen político de corte socialista, con predominio marxista-leninista, al ser elegido presidente Salvador Allende, el año 1970”[12].

Para don Gonzalo, “la inestabilidad del electorado y su falta de fijación en un partido o un conjunto de partidos por un tiempo suficientemente largo, fue la primera causa de la crisis política”[13].

Los partidos políticos de la época, gozaban de una libertad que los hacía peligrosos, ya que tenían el monopolio de las actividades políticas y que además no tenían ninguna regulación en su actuar. Interferían en las decisiones presidenciales, reclamando cargos para sus militantes, como los ministerios, cosa que se hizo público y oficial ya, durante el gobierno de la Unidad Popular. La administración se traslado así a los partidos, dándose un “neo-parlamentarismo”, haciendo renacer el antiguo sistema de fines el siglo XIX, ahora no dirigido por el parlamento, sino por las directivas de los partidos políticos. De allí en adelante, hubo una situación de continuo roce entre presidentes y los conglomerados que lo apoyaban[14].

Además, la disciplina interna de cada partido dejada bastante que desear. Las desobediencias eran frecuentes y cada militante podía abandonar, e incluso dividir el partido al que pertenecía.

Otro factor a destacar es que los gastos de cada partido iban en aumento y no había reglas legales que los obligara a revelar sus fuentes, lo cual provocó “oscuridades y abusos”[15]

En cuanto al malestar económico-social, se hace patente por las distintas manifestaciones violentas por parte de la gente y donde los “marginados” jugaron un rol importante, señala el autor.

La inflación fue un constante problema para los presidentes, que desde el periodo radical que se fue acentuando, llegando a cifras horrorosas, que durante le periodo de Allende se trasformaron en estratosféricas: 508%. Junto con esto el crecimiento económico dejaba bastante que desear, siendo la agricultura, la vivienda y previsión social la que provocaba los mayores descontentos[16].

Con la victoria de Fidel Castro en Cuba, Ernesto Che Guevara afirmó su convicción de que se podía acelerar el proceso revolucionario de cualquier país, instalando guerrillas en las regiones rurales. Es así como la Internacional Comunista apoyaría esta manera de instaurar sus ideas y la teoría del “foco” se practicaría en países como Venezuela, Colombia o Guatemala. Sin embargo, tras la derrota y asesinato de Guevara en Bolivia, la Internacional retiraría este respaldo. Con todo, las ideas de Guevara recalarían hondo en la izquierda latinoamericana, trayendo así “la convicción absoluta de que no podía existir ningún camino pacífico que condujera a una sociedad socialista, sino únicamente el de las armas”[17].

A esta causa se unieron varias agrupaciones izquierdistas, compuestas en su mayoría por jóvenes. El MIR destaca por su trascendencia, que fue fundado en 1965 por ex-socialistas y ex-comunistas, declarando que su labor era hacer la revolución, una revolución armada por supuesto[18].

Por último está el impacto de las “planificaciones globales”, que no son más que un conjunto de reformas a la sociedad, que tienen que ser aplicadas todas en conjunto para que tengan el efecto perseguido. Con esto, es fácil deducir que aquellos partidos que eran de esta corriente se mostraban bastante inflexibles e intransigentes a la hora de transar o negociar alguno de los puntos de sus programas.

Algo que caracterizó a la política chilena hasta entonces fue el de transigir y negociar, buscando acuerdos, en los cuales se renunciaba a obtener la totalidad, pero renunciando a algunas cosas de común consenso. Sin embargo, con los años 50 aparecen las “planificaciones” socialistas-comunistas, así como la demócrata cristiana, que buscaban renovar completamente la sociedad según sus planes respectivos. A pesar de llegar al poder estos dos cuerpos políticos en periodos distintos, no lograron reunir la fuerza política necesaria para imponerse sus planes[19].

LA CAÍDA


Con la llegada de Allende al poder y su “planificación global”, todo lo anterior se agudizó y desembocó en lo que ya todos tenemos conocimiento, el golpe militar.

Allende llega al poder estrechamente, venciendo a Alessandri por un escaso margen de votos, lo que significó que la Democracia Cristiana le diera sus votos parlamentarios a cambio del “Estatuto de Garantías Democráticas”, destinadas a garantizar las libertades públicas y políticas.

Este “experimento”, como señala don Gonzalo, duró 1043 días y que trajo consigo el derrumbe del régimen político que vivía nuestro país desde 1925. Él lo sintetiza así:

La política económica de Allende: propiciaba emitir masivamente, para así generar una “euforia monetaria” que le daría un gran apoyo a su gestión, con lo que convocaría a un plebiscito para realizar las reformas constitucionales necesarias para instaurar su programa. Con esta reforma, transformaría el sistema bicameral por uno unicameral, que luego de la aprobación de la constitución se llamaría a elecciones para llenar los nuevos cupos. Aquí, suponía un nuevo triunfo en las urnas, obteniendo mayoría en el nuevo congreso y así tendría el camino abierto para realizar su “revolución con olor a empanadas y a vino tinto”, o sea, el camino pacifico hacia el marxismo que proclamaban[20]. Sin embargo, luego de un año de inflación, ésta se elevo a niveles nunca antes vistos.

Con su política estatizadora, buscaba cumplir el programa de la Unidad Popular, cosa que logró parcialmente ya que la fuerza parlamentaria con la que contaba no era suficiente.

Y por último está la acción revolucionaria del MIR y los sectores influidos por el “guevarismo”. Éstos, convencidos de que la única forma de llegar a la instauración de su sociedad sin clases era la lucha armada, fomentaron distintos actos de subversión entre la gente, como tomas violentas de fábricas, predios o sitios eriazos.

Con esto, era de esperar el terrible desenlace que ocurriría en la capital y que dejaría sendas huellas en la memoria colectiva de nuestro país.

Desde fines de 1972 el país entro en camino derecho hacia la caída. Había desabastecimiento de alimentos, el mercado negro era rey y lo que se podía conseguir por vías oficiales era en cantidades pequeñas y haciendo larguísimas filas. Las huelgas y tomas abundaban, así como las manifestaciones públicas en contra del gobierno.

Este era el panorama: por un lado estaba la Unidad Popular con su “planificación global” y una fuerza parlamentaria que era insuficiente para realizarla mediante la vía legal y por el otro lado, una oposición (Derecha y Democracia Cristiana) que tampoco tenía la fuerza legal para expulsarla. La guerra civil era promovida por los sectores extremos y desde Cuba llegaban armas y consejos para Salvador Allende.

Ante todo este panorama, sólo una fuerza era capaz de acabar con la crisis que envolvía nuestro país, aunque fuera de forma provisoria: Las Fuerzas Armadas.

La Junta de Gobierno compuesta por el Comandante en Jefe del Ejército, general don Augusto Pinochet; el Comandante en Jefe de la Armada, almirante don José Toribio Merino; el Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea, general Gustavo Leigh y el Director General de Carabineros, Cesar Mendoza destituyeron institucionalmente al Presidente Allende y asumieron el poder político el 11 de Septiembre de 1973.


CONCLUSIÓN

Antes de terminar, podemos hacer un pequeño balance.

Hemos podido apreciar algunos de los principales rasgos de un historiador. Un hombre que ha sido parte de la historia que escribe y que además puede ser fuente principal de sus obras.

Es un hombre que busca con ahínco lograr alejarse de sus prejuicios, que logra sin duda al escribir, plasmar su aguda mirada de los hechos.


Para terminar, sin nada más que decir, quisiera citar las propias palabras de Vial en el prólogo de su obra sobre Pinochet, donde también expone otro rasgo fundamental de su personalidad, su humildad:

“He procurado superar, al escribir, las pasiones propias y ajenas relativas a Pinochet, pero soy demasiado viejo para creer que lo haya conseguido enteramente”

BIBLIOGRAFÍA

Obras de Gonzalo Vial

1. GONZALO VIAL CORREA, Pinochet. La Biografía, El Mercurio & Aguilar Ediciones, Santiago, 2003.

2. GONZALO VIAL CORREA, Salvador Allende: El Fracaso de una Ilusión, Universidad Finis Terrae & Centro de Estudios Bicentenario, Santiago, 2005

3. GONZALO VIAL CORREA, Historia de Chile: Educación Media (Manual), Editorial Santillana, Santiago, 1994.

4. GONZALO VIAL CORREA, Historia de Chile (1891-1970), Editorial Portada, Santiago, 1981.


Artículos de Crítica a su obra

1. GAZMURI, CRISTIÁN. GONZALO VIAL. Historia de Chile (1891-1973), volumen V, De la República Socialista al Frente Popular (1931-1938). Historia (Santiago). [online]. 2002, vol.35 [citado 26 Abril 2006], p.510-514. Disponible en la World Wide Web: . ISSN 0717-7194.

2. JOAQUÍN FERMANDOIS, GONZALO VIAL. Historia de Chile (1891-1973), volumen V, De la República Socialista al Frente Popular (1931-1938), [citado 26 Abril 2006], Disponible en la World Wide Web:

3. SOTO GAMBOA, ÁNGEL. GONZALO VIAL, Pinochet. La Biografía. Historia (Santiago). [online]. ago. 2003, vol.36 [citado 04 Mayo 2006], p.450-458. Disponible en la World Wide Web: . ISSN 0717-7194.

4. JOAQUÍN FERMANDOIS, GONZALO VIAL, Pinochet. La Biografía. [citado 26 Abril 2006], Disponible en la World Wide Web: .


Entrevistas concedidas a Prensa

1. ANDREA LAGOS, El Conservador Incomprendido, Reportajes de La Tercera, Santiago de Chile, Domingo 11 de Abril de 1999, pp. 8 y 9.


Entrevistas concedidas a Medios Electrónicos

1. Entrevista concedida a www.educarchile.cl, “Las razones del quiebre institucional de 1973”, [citado 26 Abril 2006], Disponible en la World Wide Web: e-76923.html>.

2. Entrevista concedida a www.elsur.cl realizada por Mónica Ortiz Otárola, “En la historia, no hay tabúes ni verdades oficiales”, [citado 26 Abril 2006], Disponible en la World Wide Web: .


Otras opiniones y/o intervenciones

1. GONZALO VIAL CORREA, Libertad para los Pobres, Prólogo al libro “Camino Nuevo”, [citado 26 Abril 2006], Disponible en la World Wide Web: .

2. GONZALO VIAL CORREA, Intervención en la Mesa de Diálogo por los Derechos Humanos el 31 de agosto de 1999, [citado 26 Abril 2006], Disponible en la World Wide Web: <>.



[1] Es lo ideal

[2] Álvaro Góngora, Prólogo en Gonzalo Vial Correa, Salvador Allende: El Fracaso de Una Ilusión, Centro de Estudios Bicentenario, Santiago de Chile, 2005, p. 20.

[3] Gonzalo Vial Correa. Historia de Chile (1891-1973), Editorial Portada, Santiago de Chile, 1981.

[4] Tarcisio era un niño de los tiempos en que la Iglesia era perseguida por el Imperio Romano. Él era un acólito que tenía la misión de llevar la Sagrada Comunión a los cristianos presos a causa de la fe en Jesucristo. En el camino, después de haber asistido a la Santa Eucaristía, unos jóvenes paganos lo interceptaron preguntándole sobre lo que llevaba bajo el manto, Tarcisio no les quiso decir y los viles paganos lo golpearon para quitarle la Eucaristía. El niño prefirió morir antes que permitir que tan sagrado tesoro fuera profanado por manos paganas. Mientras estaba siendo apedreado llegó un soldado cristiano que alejó a los atacantes, Tarcisio, moribundo, le encomendó su misión al soldado, muriendo feliz al saber que con su vida había podido proteger el Santísimo Sacramento.

[5] Álvaro Góngora, Op. Cit., p. 24.

[6] Andrea Lagos, El Conservador Incomprendido, Reportajes de La Tercera, Santiago de Chile, Domingo 11 de Abril de 1999, p. 9.

[7] Álvaro Góngora, Prólogo en Gonzalo Vial Correa, Salvador Allende: El Fracaso de Una Ilusión, Centro de Estudios Bicentenario, Santiago de Chile, 2005, p. 20.

[8] Andrea Lagos, Op. Cit., p. 9

[9] Gonzalo Vial Correa, Salvador Allende: El Fracaso de Una Ilusión, Centro de Estudios Bicentenario, Santiago de Chile, 2005, pp. 43 y 44.

[10] Gonzalo Vial Correa, Pinochet. La Biografía, El Mercurio & Aguilar Ediciones, Santiago, 2003, p. 50.

[11] Ángel Soto Gamboa, Gonzalo Vial, Pinochet, La Biografía. Historia (Santiago). [online]. Ago. 2003, vol., 36 [citado 04 de Mayo 2006], p. 450-458. Disponible en la World Wide Web: . ISSN 0717-7194.

[12] Gonzalo Vial, Historia de Chile: Educación Media (Manual), Editorial Santillana, Santiago de Chile, 1994, p. 244.

[13] Ibid., p. 244.

[14] Ibid., p. 244.

[15] Ibid., p. 245.

[16] Ibid., p. 246.

[17] Ibid., p. 247.

[18] Ibid., p. 247.

[19] Ibid., p. 247.

[20] Gonzalo Vial Correa, Salvador Allende: El Fracaso de Una Ilusión, Centro de Estudios Bicentenario, Santiago de Chile, 2005, pp. 79 y 80.



Reseña de Álvaro Góngora del libro de Gonzalo Vial: Salvador Allende, el fracaso de una ilusión

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Wuau... qué trabajo el tuyo, te felicito por la "crónica" que haces de este buen historiador shileno (no sé si sea crónica o no, esos temas no son de mi manejo, jaja).
La verdad es que no conocía lo que hablas de Vial, y me pareció interesante leerlo porque, después de todo, es un deber informarnos sobre nuestras "mentes pensantes"....
Respecto a lo de la decadencia-caída del sistema democrático en Chile, me parece que es un análisis bastante integrador, porque normalmente son pocas las causas que se analizan para cosas de este estilo, no sé si culpar de ello a la poca agudeza de quienes hacen estos análisis, o a una especie de "compromiso" de no criticar cosas pasadas, pero es algo bueno que hagas públicas estas cosas, ya que al menos yo no las conocía, y no me pidas que compre sus libros porque, o son muy caros o son muy largos (me imagino, jamás lo he leído), pero si dices que el caballero es claro y preciso al escribir, me estimulas a conseguir una versión pirata de su Historia de Chile, porque original no, jajajaj.
Ya, saludos, que estés bien,
NLP.

Unknown dijo...

Muchas gracias y tienes razón, sus libros no son muy accesibles, pero nuevos, ya que en el mercado de libros usados bajan. Yo por ejemplo, cuento sólo con el primer tomo de su Historia de Chile, pero en una edición que fue publicada por la revista Que Pasa en tomos pequeños en la década de los 80, y los demás los he podido revisar gracias a la Bilioteca de mi Universidad.
Y sobre tu comentario, así es, la verdad que don Gonzalo me llamó mucho la atención por esa característica que tiene, he leído a otros historiadores sobre el tema, pero marcan mucho su tendencia en torno a los temas que trabajan, claro que no dejan de ser buenas obras historiográficas, uno como aprendiz de historiador debe ser crítico a todo lo que lea.
Cuídate amigo, saludos y si quieres me puedes dar tu blog para echarle un vistaso e intercambiar ideas o agregarme a tu msn. Hasta luego.

Historia Social dijo...

me parece un chiste que tu califique a gonzalo vial un historiador
el es solo un aficionado a la historia y un ser totalmente antietico al escribir el libro blanco para justificar el golpe del 73, y escribirlo en froasm anonima y despues escribir el capitulo de contexto historico de la comsion de verdad y reconciliacion en 1991 me parece un chiste su metodo del siglo XIX, Y MAS QUE DISCIPULO DE LA ESCUELA DE LOS ANNALES PARECE DISCIPULO DE BARROS ARANA.
CREO que vial correa utiliza un metodo positivista rankeano que ya nadie ocupa solo lo que no saben pensar e interpretar por que la historia es intepretacion.
uno puede ser subjetivo en historia pero debe ser riguroso.
gonzalo vial representa la historiografia pasada.

Unknown dijo...

Estimado Marcelo:
Sobre tu crítica por calificar a don Gonzalo como historiador, creo que estás divagando, puesto que es un connotado abogado e historiador, reconocido a nivel nacional y miembro de número de la Academia Chilena de la Historia, reconocida internacionalmente, otra vez estamos con las críticas vicerales infundadas.
Otro punto, es que si revisas la bibliografía de su Historia de Chile, te darás cuenta de las fuentes que utiliza, lo que denota claramente su influencia de la escuela de los annales. Además tu calificación de positivista rankeano es bastane anecdótica, puesto que estas escuelas basaban su enseñanzas en el documento como única fuente para la historiografía, en cambio don Gonzalo, ve a comprarte un libro de él y date cuenta las fuentes que utiliza.

Entiendo que no seas partidario del pensamiento conservador, pero este blog no lo quiero manchar de insultos politiqueros sino quiero tratar temás meramente historiográficos y tus críticas en varias ocaciones se escapan de ellos, te mando saludos.

Carlos Montes Zúñiga dijo...

Hola podrias escribirme a modo de síntesis el libro de Vial: Salvador Allende "El fracaso de una ilusión".

Te felicito y espero tu respuesta !!

Saludos...

Unknown dijo...

Estimado Carlos:

Muchas gracias por leer mi blog, y sobre tu petición, al final del artículo dejé un link para que puedas descargar una reseña de don Álvaro Góngora sobre el libro que me pides, espero te sirva, saludos.

Antonella Constanza Mujica Muñoz dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Antonella Constanza Mujica Muñoz dijo...

Buen articulo, pero no considero a Gonzalo Vial un buen historiador para ser tomado como ejemplo para la nueva historia que se esta gestando en Chile, la Historia Cultural y el Revisionismo Historico. Para ello te sugiero que leas al actual premio nacional de historia Gabriel Salazar, con su último trabajo historiográfico Construcción de Estado en Chile (1800-1837).

En otro ambito no comparto, eso de la imparcialidad del historiador al hecho de elegir y trtar el tema a investigar. Yo creo que es esa parcialidad que no cae en manipulación lo que hace a la historiografía tan rica en obras de un tema en particular, si existiera esa 'imparcialidad' como lo llamas tú no habria tema a tratar en el mundo de la historiografía. Si te fijas Gonzalo Vial no es 'imparcial', el realiza sus trabajos desde la optica politica de derecha y oligarquico. En cambio, Gabriel Salazar, realiza sus trabajos desde el punto de vista politico de izquierda (ya que pertenecio al MIR) y desde la mirada del bajo pueblo y la participación de esta en la historia. Esto queda claro en la discusion que hasta se pasa en la historia de la historiografía chilena que fue el hecho del Manifiesto de los Historiadores escrito por Salazar y otro grupo de historiadores y escuelas de historia de distintas universidades de Chile bajo la coyuntura del arresto del Gral. Pinochet, la carta que este último escribe y la Historia de Chile (1891-1970) con las causas que analizaste que da Vial sobre la caída de la democracia en Chile. La respuesta de éste al Manifiesto y la contrarespuesta o 2º Manifiesto de Historiadores de Salazar que, vulgarmente hablando, hace mierda a Vial.

Este tema daría para un debate más profundo y no tanto en un blog sino en persona.

Saludos
Tu ex-Compañero de Universidad.

Anónimo dijo...

Hola... bueno queria decirte que pareciera que no entiendes mucho del tema, que hablas por hablar, y una cosa... se nota que no investigaste a fondo sobre este gran hombre... DON GONZALO VIAL CORREA, que mas puedo decirte?...Trata de que si, llegas a hablar asi de nuevo de algun otro gran personaje de la historia de chile, hacerlo mejor, yo se que puedes... (espero).. un gran abrazo.
La misma sangre.

Unknown dijo...

Estimado lector:
Primero que todo muchas gracias por dedicar parte de tu valioso tiempo en leer mi humilde blog. Entiendo que probablemente el punto de vista de este pequeño ensayo no sea el tuyo, entiendo que probablemente don Gonzalo Vial no sea un personaje de trascendencia y respeto para ti, y también entiendo que es más que probable que tengamos visiones opuestas sobre muchos temas históricos, pero lo que no entiendo es una crítica sin siquiera puntualizar sobre que cosas estás o no de acuerdo, ya que al no hacer ese ejercicio la crítica pierde todo valor, y ni siquiera se puede sacar algo en limpio, es demasiado ambiguo. Saludos.

Anónimo dijo...

napo...gracias por publicar esto te juro queme salvaste la vida.....
tenia que acer una wuea de trabajo de este viejo.....

un millon de gracias.....

xauzzzz

cuiidate caleta....

Roberto Urra Sandoval dijo...

Estimado Juan Carlos:

Me parece una desfachatez tremenda calificar a Gonzalo Vial como un historiador imparcial. Al final, cuando describes cuales son las razones que Gonzalo Vial da al golpe de estado, solo mencionas argumentos defendidos por la derecha tradicional (planificaciones, partidos políticos, corrientes de izquierda); sin embargo la “imparcialidad” de nuestro historiador no le alcanzó para percatarse de otros factores que confluyen en el hecho, como la intervención norteamericana (ver Intervención norteamericana en Chile de Armando Uribe y Cristian Opazo o Allende, como la casa blanca provocó su muerte de Patricia Verdugo) o el adoctrinamiento de las FF.AA. en Centroamérica (donde tuvimos notables representantes).
El historiador imparcial debe tomar todos los puntos de vista y nuestro buen Gonzalo simplemente no puede.
También me parece poca apropiada la afirmación de que Vial es un hijo de la escuela de los annales. Quizá si te adentraras más en las obras de Bloch y de Lebvre comprenderías que quien rescata esa nueva forma de hacer historia es nuestro Gabriel Salazar; particularmente en su Historia desde abajo. No porque tome la cultura y la economía va a ser hijo de la escuela de los annales.

Por otra parte me parece infundado el argumento de que en Chile se estaba dando (antes del golpe) un nuevo parlamentarismo vitoreado por los partidos políticos. Seguramente eso lo podemos ver en los mil días de la UP, donde el parlamento se comportó como un verdadero inquisidor (ver Ley de control de armas y la negación a la declaración del estadio de sitio luego del Tanquetazo del 29 de junio). Además no mencionas que los gobiernos de Frei y Allende lograron importantes consecuciones políticas (reforma agraria, chilenización y nacionalización del cobre). Es curioso también la carta de presentación a los honorables miembros de la junta de gobierno, olvidaste también mencionar que dos de ellos se autonombraron en contra de la disciplina marcial.

Más allá de otras cosas que me gustaría indicar, no me parece factible que el historiador pueda actuar como su fuente personal. De hecho la Historia contemporánea es la más difícil de tratar por su proximidad y su nivel de influencia. Sobre un hecho hay múltiples miradas históricas y evidentemente don Gonzalo tiene una, determinada profundamente por su medio. Es cosa de leer el Libro Blanco del cambio de gobierno en Chile (asesorado confesadamente por don Gonzalo) y ver la cantidad irrisoria de mitos salvadores que justificaron una dictadura jamás vista en la Historia de Chile.


Dejando de lado a Vial me parece curiosa la bajada de tu blog “Por la restauración de un pasado, que personajes nefastos se encargaron de enlodar.”. La pretensión de “restaurar un pasado” es inviable y el historiador debe mantenerse alejado de su nostalgia mediática y abogar por una causa mayor: la consecución del conocimiento histórico.